jueves, 16 de febrero de 2012

DE COMO LA FOTOGRAFÍA HA SIDO RESPONSABLE DE QUE LA GIOCONDA PERDIERA EL AURA

De paso obligado para el turista común es la visita al Museo del Louvre. Una vez dentro del recinto y habiendo salvado todos los obstáculos, las colas, las entradas y las máquinas detectoras de metales dos son los sitios que acaparan la atención de la mayoría de sus visitantes, la tienda y el cuadro de La Gioconda. Ambos espacios tienen la misión de dejar patente el recuerdo de que se ha estado allí, sobre todo en el momento en el que el turista quiere mostrar a los demás las pruebas irrefutables de tal acto mediante los souvernis y las fotografías. Una foto estupenda es en la que apareces posando delante del cuadro para demostrar lo culto que eres a tus amigos y conocidos que nunca han estado allí.


El cuadro está situado al fondo de una sala de manera aislada, estando las paredes de alrededor repletas de otras obras que como se puede observar en la imagen no captan la atención de los visitantes. El hecho de que esté en una pared tan grande y de manera aislada da la impresión de que está entronizado en un altar como si fuese un objeto sagrado.

Encontrar un espacio para contemplar el cuadro se hace harto complejo ya que el lugar está atiborrado de turistas con sus cámaras de fotos que de manera compulsiva ansían captar el momento sin apenas, muchos de ellos detenerse a disfrutar del la obra. Ni que decir tiene que los cuadros que están alrededor suyo pasan completamente desapercibidos e ignorados en la mayor parte de los casos.

Cuando Walter Benjamin escribe en 1936 “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica” era en gran medida ya consciente de esta realidad que acabamos de describir. En dicho artículo el autor reflexiona sobre la transformación del sentido de la obra de arte en la época moderna e industrial, a saber la irrupción del capitalismo y los nuevos modos de producción traen aparejado consigo un nuevo horizonte cultural en el que el arte está incluido. La Gioconda es sin duda alguna el icono del arte Occidental, por la obra en sí misma, por el artista y por la tradición que ha ido emanando de todo ello. La Gioconda es parangón y reúne todos los conceptos tradicionales de la estética de la obra de arte, originalidad, genialidad, misterio, unicidad, irrepetibilidad, inspiración, etc…, pero Benjamin no hará uso de ninguna de estas categorías, antes bien intenta precisamente todo lo contrario al esforzarse en quebrar y romper los presupuestos de la estética tradicional. Para él lo que ha supuesto el punto de inflexión y ruptura con el pasado han sido la aparición de nuevas formas de reproducción y en especial la fotografía y el cine

Antes de la aparición de estos dos elementos, cierto es que había distintos procesos de copia, la Gioconda se podía copiar y aparecía en publicaciones y almanaques pero igualmente cierto es, que a pesar de la copia la obra no perdía su carácter de originalidad ya que el concepto del aquí y ahora permanecía inalterable, contemplarla era una experiencia única y además existía, una distancia evidente entre la obra y el espectador. Sin embargo la fotografía, a diferencia de la reproducción manual supone una innovación total hasta el punto de que el sentido de la copia cambia por completo. Obsérvese como los turistas después de fotografiar compulsivamente la Gioconda pueden tener esta guardada en cualquier sitio, ponerla en el facebook, presumir con sus amigos de ella, incluso... siguiendo la estela de Duchamp, Dalí o los Simpson, tunearla a su gusto. La fotografía antes digital y ahora analógica es una ventana a la obra de arte que amplía significativamente los puntos de vista. Benjamin no conoció internet, pero si lo hubiese conocido se hubiese sentido mas refrendado aún en sus propias teorías. Hoy en día cualquiera puede acceder a la red y ver el cuadro de la Gioconda a través de las numerosas fotografías que la pueblan. Si hacemos la prueba de introducir en el buscador google  la palabra “Gioconda” la búsqueda da 7.450.000 resultados, es notorio decir que Benjamin no conoció la fotografía digital ya que esta supone un grado más sobre lo que venimos diciendo.

La fotografía y los medios de los que habla Benjamin no atentan contra la originalidad de la obra, pero que duda cabe que cuando observamos la fotografía arriba expuesta somos conscientes de que se da un proceso de primacía de la reproducción frente al original. Da la impresión de que los turistas están más obsesionados con llevarse la instantánea digital de la Gioconda que pararse y contemplarla tranquilamente. Benjamin describe este fenómeno en su artículo como una pérdida del aura que lleva a la desacralización de la obra de arte. Él pensaba que esa autenticidad, que ese aura se sustentaba en el aquí y ahora, por tanto el fotografiar el cuadro hace que este pierda esa originalidad, su carácter sagrado u que puedas llevarte la foto a cualquier parte, insisto, se pierde la lejanía o el temor reverencial y sagrado hacia la obra de arte y en sentido estricto se vulgariza, se hace del vulgo, pasa a formar parte del pueblo.

Aparentemente el cuadro de la Gioconda está entronizado como si fuese un objeto sagrado, da la sensación como comentábamos antes de que el tiempo y la tradición lo ha sacralizado aún más si cabe. A este respecto Benjamin afirmaría, al ver la situación en la que se encuentra el cuadro rodeado de turistas con las cámaras de fotos que el acceso de la masas a la obra de arte habría producido la desacralización de esta. Una de las cualidades que tenía el aura era que otorgaba un carácter sagrado a la Gioconda basado en la lejanía con el público y con la sociedad de masas, es sagrada porque es lejana, es aurática porque no está al alcance de cualquiera, solo los sacerdotes del arte podrían acceder a ella. Es en este momento donde entra en juego un fenómeno a través del cual las masas se han APROPIADO de la obra de arte. Esta apropiación es el origen, en cierta medida de la cultura de masas.

La fotografía digital popularizada desde finales de los ’90 ha hecho posible que hoy en día todo el mundo tenga una cámara de fotos, es mas todos los teléfonos móviles la poseen. Hoy en día tenemos a nuestro alcance la posibilidad no solo de acceder al instante a la fotografía sino también publicarla en las redes sociales de internet accesibles a través de dichos teléfonos. El teléfono móvil con cámara de fotos y con acceso a internet y a las redes sociales se ha convertido en todo un fenómeno de masas. La fotografía en sus inicios era mucho mas compleja, daguerrotipos, placas, hasta la estandarización del negativo por la empresa kodak, realizar una instantánea era todo un ritual que no estaba al alcance de todo el mundo, sin embargo Benjamin detectó que los fotógrafos fueron los responsables de romper la lejanía de la obra de arte con el gran público y convertirla en fenómeno de masas, de esta manera la fotografía es una herramienta o un medio de acercamiento que facilita la reproducción o la copia. El cine es fotografía en movimiento y sin duda alguna es el fenómeno de masas del s. XX, allí donde no triunfaron las vanguardias logró triunfar el cine. ya que si a la mayoría de la gente le preguntas por Picasso te dirá que no le gusta, sin embargo a todo gusta el cine. Por eso Benjamin desconfía de las vanguardias, ya que a pesar de su carácter rupturista no triunfaron entre las masas y acabaron convirtiéndose en algo que solo era contemplado por una élite cultural o burguesa. Con todo y con eso él mismo alertaba que precisamente y debido al calado que tenía el cine en las masas tenía el peligro de llegar a ser controlado por la burguesía y por tanto con capacidad y poder para influir sobre las mismas.

Benjamin alerta del poder que puede ejercer el fascismo a través de la estetización del arte, el cine podría ser un buen ejemplo de ello. Al haber desaparecido el aura de la obra de arte se corre el peligro de que los oprimidos hallen un placer estético en su propia opresión, como en el fondo, para que lo vamos a negar ocurre hoy en día en mucha gente. El fascismo hará uso de los nuevos métodos de reproductibilidad técnica para hacer una hiper-exaltación de lo bello y lo sublime que remplacen el bien común. Con todo y con eso cabe también la otra vertiente, la aparición de un arte revolucionario. Él pensaba, siguiendo a Marx, que los medios de producción en manos del capitalismo burgués son un medio de explotación, por eso es tarea del proletariado apropiarse de ellos. El resultado daría lugar a una conciliación entre las masas y la técnica que sería el medio de liberación de las primeras de tal manera que hiciese posible que esa obra de arte depojada de su carácter aurático y sagrado no fuese elemento de dominación, ni de alienación sino de trasformación del mundo en servicio de las masas. La prueba más evidente de que la Gioconda ha perdido el aura está en la cantidad de tuneos y de versiones que a día de hoy existen de la misma. Así que ya sabes pon de tu parte y cuando vayas al Louvre hazte una foto con ella y contribuirás a la pérdida del aura que biene sufriendo desde hace tiempo. En el próximo post intentaré hablar de Andy Warhol, ese que gusta tanto a la gente y lo tiene como un estilo de adorno kitsch pero que seguramente nadie conoce o entiende.

1 comentario:

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